2ª Edición Taller Lactancia: la información es poder
El miedo al parto es más común de lo que imaginamos. Muchas mujeres lo vivimos en silencio, con culpa o vergüenza.
Pero amiga, sentir miedo no es ser débil: el miedo no es más que una emoción humana ante lo desconocido.
La clave está en cómo lo abordamos.
El miedo al parto puede tener muchas raíces:
Historias negativas o traumáticas escuchadas desde niñas.
Miedo al dolor, a lo desconocido o a perder el control.
Experiencias previas difíciles o falta de información.
Desconfianza en el cuerpo o en el sistema sanitario.
Estrés acumulado durante el embarazo.
Estas emociones no solo afectan al bienestar emocional, sino también al cuerpo: el miedo activa la adrenalina, que tensa los músculos, reduce el flujo de oxitocina (hormona del parto) y dificulta el proceso.
Cuando tenemos miedo:
El cuerpo se tensa, haciendo que las contracciones sean más dolorosas.
Se activa el sistema nervioso simpático (lucha/huida), no el de relajación.
El cuello del útero puede dilatar más lentamente.
Podemos sentirnos paralizadas, bloqueadas o desconectadas de nuestro cuerpo y el proceso de parir.
Por eso es tan importante transformar el miedo, no desde la lucha, sino desde la comprensión y la escucha.
El hipnoparto ofrece herramientas muy útiles para abordar el miedo:
Respiración consciente: ayuda a calmar el sistema nervioso simpático, activar el parasimpático y mantener el foco en el sentir las directrices de tu cuerpo durante el proceso de parto.
Afirmaciones positivas: reemplazan o resignifican pensamientos de miedo por mensajes de confianza que sirvan de apoyo y empoderamiento.
Visualizaciones: crean escenarios mentales seguros, acogedores, de calma y empoderadores.
Relajación profunda: permite al cuerpo soltar tensión y abrirse al proceso como una flor ( visualízalo: Flores abriéndose ).
Educación positiva: entender cómo funciona el parto reduce el temor a lo desconocido.
La psicología también ofrece herramientas valiosas:
Identificar el miedo específico (¿al dolor? ¿a una cesárea? ¿a no ser escuchada?) permite abordarlo con claridad.
Validar la emoción sin minimizarla ni bloquearla.
Reescribir creencias limitantes que vienen de la infancia o la cultura.
Terapias breves (como EMDR o visualización guiada) pueden ser efectivas si hay trauma previo.
Si el miedo interfiere con tu día a día, tu descanso o tu capacidad de conectar con tu embarazo, no estás sola. Buscar apoyo profesional es un acto de amor propio, no de fracaso.
No se trata de eliminar el miedo por completo, sino de comprenderlo, integrarlo y transformarlo.
Con herramientas adecuadas, información respetuosa y acompañamiento amoroso, puedes vivir un parto más tranquilo, más consciente y más conectado contigo y con tu bebé.
La información útil se comparte. ¡Envíaselo a quien creas que le puede ayudar!